viernes, 22 de febrero de 2013

Caligrafía de los sueños

Caligrafía de los sueños
Autor: Juan Marsé
Año de publicación: 2011

Tengo una amiga. Pongamos que se llama Isla. Es un nombre especial porque ella es una chica especial: inalcanzable, enigmática y salvaje, como una isla. Mi amiga tenía un pretendiente. Pongamos que se llamaba Roca, pues él era constante, perseverante y firme en su propósito de conquistarla como una roca que se alza inhiesta frente a las olas del mar. Roca era inteligente y culto, apuesto y guapo. Inspiraba confianza y seguridad, virtudes de las que se valía para ganarse a la que ansiaba, fuese su futura suegra. Había estudiado un máster en una universidad americana y trabajaba como banquero, o consultor, o broker, uno de esos trabajos que dan dinero y exigen una gran dedicación. El cortejo fue constante y se prolongó durante años. No faltaron flores, cajas de bombones, cenas en los mejores restaurantes de Madrid, incluso alguna escapada a la ciudad del amor. "Es perfecto sobre el papel", decía Isla, pero se resistía a abrirle su corazón. Hasta que al final cedió y abrió la puerta. 

Lo suyo fue corto como una noche de verano. Un espejismo, un oasis en medio del desierto: lujo, viajes, joyas, hasta que un día, de pronto y sin previo aviso, la realidad se impuso e Isla lo abandonó. "Era demasiado guapo - justificaba ella tras la ruptura - y tan elegante que temía arrugarle la camisa al abrazarle. Destacaba en su trabajo, pero habría preferido que ganase un poco menos y tuviese más tiempo para mí. Era muy culto, tanto que a veces no parecíamos hablar el mismo idioma". 


La historia de Isla y Roca es la historia de "Caligrafía de los sueños": una novela perfecta sobre el papel que en la realidad no funciona. Tan perfecta, que Babelia la seleccionó como una de las mejores novelas de 2011. Juan Marsé es un gran escritor, de eso no cabe duda, y en esta obra lo demuestra. Su  estilo es elegante, detallista y poético, es cierto. Pero yo echo de menos ritmo, pasión y enganche. 

"Caligrafía de los sueños" nos cuenta una etapa de la vida de Ringo, un adolescente de la Barcelona de la posguerra que aspira a ser pianista. A través de Ringo el autor nos presenta a una serie de personajes entrañables que se cruzan en su día a día en el barrio de Gracia, y nos cuenta historias que se entrecruzan, como la de su padre, un rojo crítico con el régimen y el clero, o la señora Mir, una mujer desesperada por una historia de amor con un trágico final, o su hija Violeta, una joven poco agraciada con la que Ringo y sus amigos fantasean. 



Pero las historias, escritas en presente y con un narrador omnisciente, no terminan de enganchar. A punto estuve de tirar la toalla y cerrar el libro antes de alcanzar el punto y final, pero ya son tres las novelas abandonadas en los últimos tiempos y me obligué a darle una oportunidad, como Isla hizo  en su día con Roca. 

He de reconocer que hacia más de la mitad de la novela, la historia cobra algo de ritmo y, sobre todo, consigue resultar algo más entretenida. En toda buena historia hace falta un hilo argumental y una trama por resolver. Ingredientes que aviven la curiosidad del lector. Aquí parecen llegar demasiado tarde. Con Roca, personificación de la perfección, no hay sorpresas, porque cada día es como el anterior. Todo está intencionadamente planificado. En "Caligrafía de los sueños" ocurre algo similar: está meticulosamente bien escrita, pero le cuesta coger velocidad, involucrar al lector. Sólo en las últimas páginas da un giro inesperado y consigue tener un final relativamente sorprendente.



"Caligrafía de los sueños" tiene, según Marsé, mucho de autobiográfico. Recrea con gran habilidad  la Barcelona de la posguerra, la decadencia y la soledad de sus personajes y de su entorno de escasez y racionamiento. Es una novela más visual que argumental, un ejercicio de memoria que el autor parece regalarse a sí mismo, más que una historia escrita para entretener a los lectores. Una evidencia del buen escritor, más que un ejercicio arriesgado del novelista que comienza.

Veremos cuál es la siguiente apuesta de Marsé.

De Isla puedo contarles que sigue en busca de un compañero que lleve polvo en los zapatos y no llegue a final de mes. Un perfecto imperfecto.