lunes, 11 de noviembre de 2013

El héroe discreto



El héroe discreto

Autor: Mario Vargas Llosa
Año: 2013

Todo el que me conoce mínimamente sabe de mi admiración por Vargas Llosa. El premio Nobel publicó su última novela y yo me lancé a por ella cuando sus páginas recién salidas de la imprenta aún estaban calientes. ¿Y qué me encuentro? Me encuentro a un Vargas Llosa que regresa a sus orígenes y los mira con nostalgia, que maneja la técnica narrativas con la misma genialidad de siempre. Un Vargas que lo mismo escribe que respira.

"El héroe discreto" narra la historia de Felícito Yanaqué, un empresario piurano amenazado por la extorsión de las mafias, e Ismael Carrera, un adinerado limeño que urde una sorpresiva venganza contra sus hijos. Dos personajes anónimos que Vargas convierte en héroes, aunque no son sólo los protagonistas los únicos que se mueven con un integridad y ética admirables. Vargas Llosa da una lección de cómo cada persona, desde su posición, puede sobreponerse a las mezquindades de una sociedad movida por los más bajos instintos.




La novela intercala los capítulos de uno y otro personaje en sus distintas localizaciones, y el autor vuelve a escribir una historia situada en el Perú, un país que se ha subido al tren del desarrollo económico occidental, pero también una tierra habitada por los personajes del mundo vargasllosiano. En esta obra me he encontrado con un Mario algo nostálgico que regresa no sólo a la tierra de su niñez, sino también a personajes de otras obras suyas, como los famosos don Rigoberto y Lucrecia, el sargento Lituma o los inconquistables. Para los seguidores del Nobel es entrañable el reencuentro con estos seres ya con vida propia, sin embargo, algunos de ellos da la impresión de que están traídos por pura añoranza, sin aportar valor al curso de la historia central. Es, quizás, la forma que tiene el autor de constatar que sus personajes aún viven y le sobrevivirán cuando él ya no esté aquí.

Pero si algo tiene de bueno el regresar a los paisajes piuranos es que Vargas recupera el español peruano, lleno de che guas, de puchos, de chacras y de expresiones que a sus lectores ya nos resultan entrañables. Un español cantarín y rítmico que nos encandiló desde "La ciudad y los perros".

En cuanto a la técnica, Vargas Llosa es el maestro de los flashbacks. Cinéfilo confeso, traslada como nadie este recurso cinematográfico a la novela, y las idas y venidas en el tiempo son hábiles, fluidas, magistrales. También los cambios de narrador los maneja con singular maestría. Tan bien utiliza sus recursos, que la novela se lee del tirón, haciendo de lo complicado, sencillez. Pero la obra, aunque biene estrucutrada - no deja ningún hilo sin tejer - nos narra, a mí entender, unas historias menores. Vargas quiere ennoblecer a los héroes anónimos que luchan guerras personales guiándose por sus propios principios y atendiendo a una moral intachable, pero hay algo hacia el final de la novela que no termina de cuajar. El desenlace es algo forzado, quizás poco verídico, enrevesado. Seguramente peque de osada atreviéndome a decir que la forma de resolver la historia no es lo que se espera de un premio Nobel, pero así lo he sentido. Es probable que mis expectativas fuesen demasiado altas y esperase otra "Conversación en La Catedral", sin comprender que las obras maestras lo son también por su singularidad.



Don Mario fue un renovador de la novela, experimentando con éxito en "La Casa Verde", alcanzando el clímax en "Conversación en La Catedral", pero esta novela no poseé ni la novedad técnica de sus inicios, ni el trabajo de documentación de obras como "La Fiesta del Chivo", "El sueño del Celta" o "El paraíso en la otra esquina". A pesar de esto, es un placer leer "El héroe discreto", porque Vargas, como grandísimo escritor que es, sabe enganchar al lector desde la primera línea, creando intriga, enterneciéndonos con palabras sencillas, recreando un universo de lugares y personajes, y todo con el fin último de hacernos reflexionar.

¿Qué esperar de un autor que trató de cambiar el rumbo de su país metiéndose en una actividad tan poco agradecida como la política? ¿Qué esperar de un escritor con férreos ideales y principios? Vargas Llosa nos lo dice con sencillez: tú también, desde tu humilde posición, tienes mucho que hacer para que este mundo no se mueva del revés.