martes, 31 de diciembre de 2013

La Casa de los Espíritus

Título: La Casa de los Espíritus
Autora: Isabel Allende

La Casa de los Espíritus, primera novela de Isabel Allende, que la catapultó a la fama y al éxito internacional, narra en paralelo las aventuras de una saga familiar y la historia más reciente de Chile, pasando por el gobierno del socialista Salvador Allende y el golpe de estado perpetrado por las fuerzas armadas en 1973 y que supuso el inicio de la dictadura de Pinochet.

Reconozco que siempre me dio cierta pereza leer un libro que hablase de espíritus, y por eso postergué la lectura de esta obra, habiendo abordado sin embargo otros títulos de la escritora chilena.


La Casa de los Espíritus se cataloga en el género del realismo mágico y deambulan, por sus páginas, los inofensivos espíritus de los familiares que fueron dejando, al menos en el plano físico, este mundo. Pero estos retazos fantásticos no resultan sobrecogedores, sino más bien simpáticos.

Allende escribe con un estilo fluido una sucesión tan abrumadora de hechos que apenas tiene tiempo de detenerse en el desarrollo psicológico de casi ninguno de los personajes. Sólo en Esteban Trueba, el patriarca de la familia, se aprecia una evolución personal al final de sus días, abandonando, quizás por imposición de la edad, el carácter violento que siempre lo caracterizó.


Pero Isabel Allende es una gran narradora. La novela no abandona su ritmo entretenido a lo largo de las páginas. La sucesión ininiterrumpida de historias seguramente sea una de las claves que convirtió a esta novela en un best seller. Por otro lado, los ambientes, las excentricidades de los personajes, las clases sociales, las localizaciones están siempre descritos con precisión.

Sin duda, la parte más interesante es la referente al ámbito social y político de la novela, que refleja fielmente las desigualdades de clases, caldo de cultivo para el odio de los más desfavorecidos, el malestar de una a sociedad convulsa que acaba enfrentando a miembros de la misma familia, las atrocidades de las dictaduras. Una lástima que para llegar a esto haya que leer más de la mitad de la novela, cuando ya el lector empieza a temer que la historia no sea más que un culebrón bien narrado.

Una obra entretenida que vale la pena leer para hacer repaso de la historia de ese país tan lejano al nuestro.

lunes, 11 de noviembre de 2013

El héroe discreto



El héroe discreto

Autor: Mario Vargas Llosa
Año: 2013

Todo el que me conoce mínimamente sabe de mi admiración por Vargas Llosa. El premio Nobel publicó su última novela y yo me lancé a por ella cuando sus páginas recién salidas de la imprenta aún estaban calientes. ¿Y qué me encuentro? Me encuentro a un Vargas Llosa que regresa a sus orígenes y los mira con nostalgia, que maneja la técnica narrativas con la misma genialidad de siempre. Un Vargas que lo mismo escribe que respira.

"El héroe discreto" narra la historia de Felícito Yanaqué, un empresario piurano amenazado por la extorsión de las mafias, e Ismael Carrera, un adinerado limeño que urde una sorpresiva venganza contra sus hijos. Dos personajes anónimos que Vargas convierte en héroes, aunque no son sólo los protagonistas los únicos que se mueven con un integridad y ética admirables. Vargas Llosa da una lección de cómo cada persona, desde su posición, puede sobreponerse a las mezquindades de una sociedad movida por los más bajos instintos.




La novela intercala los capítulos de uno y otro personaje en sus distintas localizaciones, y el autor vuelve a escribir una historia situada en el Perú, un país que se ha subido al tren del desarrollo económico occidental, pero también una tierra habitada por los personajes del mundo vargasllosiano. En esta obra me he encontrado con un Mario algo nostálgico que regresa no sólo a la tierra de su niñez, sino también a personajes de otras obras suyas, como los famosos don Rigoberto y Lucrecia, el sargento Lituma o los inconquistables. Para los seguidores del Nobel es entrañable el reencuentro con estos seres ya con vida propia, sin embargo, algunos de ellos da la impresión de que están traídos por pura añoranza, sin aportar valor al curso de la historia central. Es, quizás, la forma que tiene el autor de constatar que sus personajes aún viven y le sobrevivirán cuando él ya no esté aquí.

Pero si algo tiene de bueno el regresar a los paisajes piuranos es que Vargas recupera el español peruano, lleno de che guas, de puchos, de chacras y de expresiones que a sus lectores ya nos resultan entrañables. Un español cantarín y rítmico que nos encandiló desde "La ciudad y los perros".

En cuanto a la técnica, Vargas Llosa es el maestro de los flashbacks. Cinéfilo confeso, traslada como nadie este recurso cinematográfico a la novela, y las idas y venidas en el tiempo son hábiles, fluidas, magistrales. También los cambios de narrador los maneja con singular maestría. Tan bien utiliza sus recursos, que la novela se lee del tirón, haciendo de lo complicado, sencillez. Pero la obra, aunque biene estrucutrada - no deja ningún hilo sin tejer - nos narra, a mí entender, unas historias menores. Vargas quiere ennoblecer a los héroes anónimos que luchan guerras personales guiándose por sus propios principios y atendiendo a una moral intachable, pero hay algo hacia el final de la novela que no termina de cuajar. El desenlace es algo forzado, quizás poco verídico, enrevesado. Seguramente peque de osada atreviéndome a decir que la forma de resolver la historia no es lo que se espera de un premio Nobel, pero así lo he sentido. Es probable que mis expectativas fuesen demasiado altas y esperase otra "Conversación en La Catedral", sin comprender que las obras maestras lo son también por su singularidad.



Don Mario fue un renovador de la novela, experimentando con éxito en "La Casa Verde", alcanzando el clímax en "Conversación en La Catedral", pero esta novela no poseé ni la novedad técnica de sus inicios, ni el trabajo de documentación de obras como "La Fiesta del Chivo", "El sueño del Celta" o "El paraíso en la otra esquina". A pesar de esto, es un placer leer "El héroe discreto", porque Vargas, como grandísimo escritor que es, sabe enganchar al lector desde la primera línea, creando intriga, enterneciéndonos con palabras sencillas, recreando un universo de lugares y personajes, y todo con el fin último de hacernos reflexionar.

¿Qué esperar de un autor que trató de cambiar el rumbo de su país metiéndose en una actividad tan poco agradecida como la política? ¿Qué esperar de un escritor con férreos ideales y principios? Vargas Llosa nos lo dice con sencillez: tú también, desde tu humilde posición, tienes mucho que hacer para que este mundo no se mueva del revés.

miércoles, 16 de octubre de 2013

La mujer que llora


La mujer que llora
Autor: Zoé Valdés
Premio Azorín 2013

Cuando se cumplen cuarenta años de la muerte de Pablo Picasso, me regalan un libro sobre la historia de Dora Maar, la que fue musa y amante del pintor malagueño. Lo recibí aún con el recuerdo de “Te di la vida entera” en la memoria, único libro que hasta el momento había leído de Zoé Valdés, pero lo que me encuentro no tiene nada que ver con aquella novela finalista del Premio Planeta que tenía un estilo fluido, vertiginoso, muy latino.



"La mujer que llora" es la historia de una artista, Dora Maar, que transformó el amor en una obsesión. La pintora y fotógrafa surrealista se doblegó ante la genialidad del pintor español, inspirando con sus lágrimas una serie de efigies, y dejó de lado su arte para entregarse de una forma enfermiza al maestro del cubismo. Mientras que la figura de la mujer inspira a Zoé Valdés una tierna admiración, al malagueño lo retrata como un personaje egoísta, escabroso, demasiado cruel y excéntrico.


La cubana pretende, a lo largo de las páginas, desengranar las razones que llevaron a la ex amante de Picasso a aislarse en una burbuja de soledad tras realizar un viaje a Venecia con dos amigos homosexuales con quienes tiene una relación llena de ambigüedades. Se trata de una historia nostálgica y triste, plagada de recuerdos y flash backs, narrada en diferentes voces: la de Zoé, que siente una inclinación devota por la pintora surrealista, la de uno de los amigos de Dora y la de la propia protagonista. A lo largo de toda la novela los cambios de narrador, de espacio y de plano temporal se suceden con agilidad, de modo que la historia, aunque con un marcado tono melancólico, tiene también cierta fluidez.

"La mujer que llora" nos ofrece un viaje en el tiempo a ese París bohemio que quizás tengamos tan idelaizado. Un recorrido plagado de referencias artísticas, de personalidades excéntricas y desconcertantes, abominables en ocasiones. Un viaje que merece la pena recorrer.

jueves, 12 de septiembre de 2013

MALDITO KARMA

Título: Maldito Karma
Título original: Meises Karma
Autor: David Safier
Año: 2009

Más de cuarenta ediciones lleva ya Maldito Karma y yo me pregunto si David Safier alguna vez llegó siquiera a sospechar el éxito de esta novela que narra las aventuras y desventuras de una exitosa profesional y madre de familia reencarnada en hormiga.

Maldito Karma tiene un trasfondo psicológico en el que no profundiza y que bien podría resumirse en una línea: no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Pero no tengo la impresión de que Safier pretendiese ser moralista (si esta hubiese sido su intención, probablemente el fracaso habría sido estrepitoso) sino simplemente contar una historia entretenida que divierta al lector. Y lo consigue. A mí, de hecho, incluso me arrancó alguna carcajada. Maldito Karma es una novela sencilla, con pocas pretensiones más allá de la mera diversión. De ahí su éxito: tiene un objetivo, no demasiado pretencioso... o sí, porque hacer reír es una de las tareas más difíciles de un artista (tenemos la lágrima más fácil que la sonrisa, quizás por falta de práctica) y lo alcanza sobradamente.

El planteamiento es original y resulta resfrescante encontrar una novela diferente. Además, Safier es hábil metiéndose en la piel de los personajes a los que presta su voz: desde la periodista frívola y sin escrúpulos hasta una serie de animales de lo más variopintos. Y para poner la guinda al pastel, Maldito Karma tiene también una contenida dosis de ternura.

Seguramente sea algo tarde para decir que es una novela perfecta para leer en la playa entre tumbonas y toallas en la arena. Pero siempre queda la opción de utilizarla para evadirnos un poco de la realidad de un curso que empieza cargado de buenas intenciones


lunes, 29 de julio de 2013

La felicidad es un té contigo

La felicidad es un té contigo. 
Mamen Sánchez. 


Lo ojeé en Vips. La portada, he de reconocerlo, me llamó la atención – soy como las urracas y miro con intensidad todo lo que brilla, y para mí el fucsia también brilla. Leí las primeras frases y lo cerré. Aquel inspector de policía no encajaba con la ventana andaluza repleta de flores que aparece en la portada. 

Lo dejé pasar. 

Pero llegó mi cumpleaños y alguien vio que iba por la sexta edición y ese alguien pensó que tanta gente no puede equivocarse. Pero en este país, no me pregunten por qué, yo ya me he dado cuenta de que las masas nos equivocamos. Y el libro me llegó envuelto como regalo de cumpleaños. 


Le di una oportunidad a ese "té contigo" y lo empecé con ansia, pero conforme leía, la novela iba perdiendo fuelle. La historia está a medio camino entre una policíaca y una comedia romántica, y a mí, para empezar, ese maridaje ya no me gustó. Me pareció como querer mezclar agua con aceite. Por mucho que batas, no hay manera. 

La historia está tan llena de estereotipos (la pija y aprensiva inglesa, el inspector de policía patán, la Andalucía de castañuelas o la ingenua y gordita enamorada) que conforme leía, me iba enfureciendo con la escritora. 

Pero es que, para más inri, y por encima de todo lo demás, falta algo fundamental en una buena novela. Algo tan importante como el chocolate para Hansel y Gretel,como la madera para Gepeto, como el diente para el Ratoncito Pérez. Falta una buena historia. Casi me atrevería a decir que, de hecho, lo que falta es una historia, porque lo que Mamen Sánchez nos cuenta es una sucesión de tonterías. 



La terminé de leer por un cúmulo de motivos. Primero, porque me atormenta cada título que no logro terminar. Segundo, porque dejarlo a medias se me antojaba hacerle un feo a quien me lo regaló (aunque creo que lo habría entendido). Tercero, porque hay que admitir que la autora escribe bien y sí, en algunos puntos tiene gracia. No es la novela hilarante que dicen por ahí, pero tiene dosis de humor que aligeran el trance de leerla. Sí. Mamen Sánchez podría ser una buena escritora, porque no solo tiene cierto estilo, sino que además posee un atributo que considero esencial para abordar la magnánima tarea de escribir un libro: le sobra la paciencia, y si no, que alguien me explique cómo no vence a la tentación de terminar la novela cuando ya no hay nada nuevo que contar y el lector comprende que la historia no le depara ya sorpresa alguna. 



"La felicidad es un té contigo" no es una lectura que recomiende, pero como como dicen por ahí que de todo libro se saca algo bueno, les diré que yo he aprendido una cosa: que dejarse atrapar por la portada de un libro es tan osado como comprar una casa por la fachada. Y he constatado otra que ya sabía: un elevado número de ediciones no es garantía de calidad. 

Pero a pesar de todo, admito que me sigue encantando que me regalen libros en papel, y si vienen dedicados, mejor que mejor. 

domingo, 14 de julio de 2013

Adiós, Princesa

Adiós, Princesa
Autor: David Rocasolano


"La cortesía es una bochornosa pérdida de tiempo. Y considero la mentira una grave falta de educación"

Una, que es una devoradora compulsiva de revistas, de prensa del corazón, no podía dejar pasar la oportunidad de leer "Adiós, Princesa". Y, en contra de mis expectativas, he decir que no me ha parecido un libro escrito desde el rencor, sino desde la desilusión, el desencanto, la decepción. 


"Esta historia, hasta ahora, solo ha sido contada de arriba a abajo, con todo su glamour y su mentira. Ahora yo voy a contarla de abajo arriba (...) Advierto desde ya: no es una historia alegre" 

El primo de la princesa de Asturias aceptó escribir estas memorias cuando ya no había nada que perder, cuando las relaciones con su familia estaban rotas, cuando consideró que no le debía lealtad a nadie más que a sí mismo. 

Quien haya visto a la tía Henar recorrer platós de televisión podría temer que el libro de David Rocasolano pecase de la misma insustancialidad y pretensiones económicas que esas apariciones televisivas inoportunas e inapropiadas. No es el caso. La novela de David tiene fundamento. Desvela secretos sobre Letizia, sí, y de su familia política, también, pero sobre todo recorre los avatares de una familia, la suya, que se vio resquebrajada por un matrimonio que los superó a todos. 

A los amantes de la prensa rosa les gustará mucho este libro; al resto, creo que les puede resultar, cuanto menos, revelador. Rocasolano no pretende agradar, no halaga a nadie, como sí hacen ciertas revistas del corazón que me aburren con un peloteo capaz de ruborizar a cualquiera. Rocasolano pretende ser objetivo, se quita prejuicios, desmonta mitos, como la biblioteca real, y hace un ejercicio de sinceridad, como cuando admite la ilusión con la que acudía al principio a sus cenas con la familia real.



Hay dos grandes damnificados en este libro. Por un lado, la obvia: la prima Letizia. David aporta datos, cuenta anécdotas, historias personales que no hacen sino confirmar la fama de controladora, histérica y obsesiva que se ha ganado la princesa. La segunda, el rey Juan Carlos, a quien describe sin tapujos como una persona absolutamente egoísta al que no importa nadie que no sea él mismo. Pero también hay personajes de los que habla con afecto, especialmente del Príncipe y la Reina. 

"Felipe es un hombre cordial y educado, atento e incluso servicial, como si se esforzara por diluir toda frontera social, económica y de linaje con sus invitados. Nada que ver con Zarzuela"

David Rocasolano escribe lo que podría haber sido un cuento de hadas, pero a diferencia de lo que ocurre en las películas de Disney, en esta historia el final es descorazonador. Su familia acaba resquebrajada por una boda desigual, por una Letizia que parece avergonzarse de sus orígenes y con una preocupación enfermiza por su imagen pública. 

David Rocasolano es sincero. En todas las historias que cuenta él estuvo presente o involucrado. Personalmente, no creo que haya inventado nada. Como abogado que es supongo que tendría bien claro los riesgos de faltar a la verdad. A mí me da la impresión de que podría haber sido más hiriente, haberse ensañado más con Letizia y los Borbones, pero hace un ejercicio de autocontrol. ¿Se guardará un as en la manga para una segunda parte o sólo calla por pudor? Difícil saberlo. 

"Adiós, Princesa" es un libro difícil de encontrar en las librerías, pero si se van a la playa, búsquenlo, porque es una lectura entretenida para esos días de arena y mar, sin grandes pretensiones estilísticas, pero bien escrito y que se lee en dos sentadas. A mí (y a la marujilla que llevo dentro) me ha sorprendido para bien. 

domingo, 30 de junio de 2013

Algún día este dolor te será útil

Algún día este dolor te será útil
Título original: Someday this pain will be useful to you
Autor: Peter Cameron
Año: 2007

"Empezaba a darme cuenta de que el mundo de los adultos era tan absurdamente brutal y peligroso en lo social como lo era el reino de la infancia"




Curioso que me haya topado, poco después de haberlo releído, con la versión actualizada de "El guardián entre el centeno". Y es que James Sveck, protagonista de "Algún día este dolor te será útil" es el Holden Caulfield del siglo XXI. Los dos son jóvenes neoyorkinos de clase alta, los dos estudian en prestigiosas escuelas privadas, ambos se sienten desgraciados o, cuanto menos, inadaptados. Son seres solitarios que profesan un amor enternecedor por un miembro de su familia. En el caso de Holden era su hermanita Phoebe, mientras que James siente una inclinación especial por su abuela Nanette. En ambas historias los protagonistas se escapan de sus entornos y deambulan por una gran ciudad durante un par de días. Ambos son personajes que creen en su autenticidad, mientras que detestan el cinismo de la sociedad que les ha tocado vivir. Y los dos, aunque especialmente James, tienen una obsesión casi enfermiza con el lenguaje, analizando con lupa cualquier frase de sus interlocutores. Ambos son dos Peter Pan que no desean crecer, que se revelan contra lo establecido y se niegan a seguir los pasos a los que parecen predestinados, como es ir a Brown, la universidad de prestigio donde James ha sido aceptado. 


"Basta con que haya pensado eso, no es necesario que lo diga. No tengo necesidad de compartirlo. La mayoría de la gente cree que las cosas no son reales si no se expresan verbalmente, y que es el acto de expresarlas y no el de pensarlas lo que las legitima. Supongo que por ese motivo uno siempre quiere que el otro le diga te quiero"



Frente a Holden, veo en James a un joven quizás más inteligente y perspicaz, que se sumerge en audaces diálogos con sus padres o su psicoanalista, y con reflexiones más agudas y chispeantes. Su entorno, con una familia desestructurada, un trabajo de verano en una galería y un Nueva York azotado por el 11S adolecen quizás de clichés. James puede ser más agudo que Holden, pero si hablamos de personajes que busca autenticidad, he de decantarme por Holden, porque él claramente inspira a James, porque su tristeza parece más melancólica, su soledad más dolorosa y su futuro más incierto. Holden enarboló la bandera de una generación cuando preguntó a dónde iban los patos del parque en invierno. A James le falta carisma o quizás, sólo el paso del tiempo. Sea como fuere, si han leído "El guardián entre el centeno" y les gustó, no dejen pasar la oportunidad de abordar esta novela. Aunque sólo sea por encontrar las siete diferencias, resulta entretenida su lectura.  

"A menudo tengo la sensación de que quiero pensar algo pero no puedo encontrar el lenguaje que coincida con el pensamiento, por lo que se queda reducido a una sensación, a un pensamiento no formado"

lunes, 10 de junio de 2013

La caída de los gigantes

La caída de los gigantes
Título original: Fall of Giants
Autor: Ken Follet
Año: 2010

"Los dirigentes europeos hicieron algo infame y necio, y diez millones de hombres han muerto a resultas de ello. ¡Al menos deje que la gente comprenda eso para que nunca permitan que vuelva a pasar!"

El kaiser, el zar y el emperador austrohúngao. Tres gigantes que cayeron, derrotados por las fuerzas aliadas, en la primera Guerra Mundial. (El autor hace poca mención al imperio otomano, también perdedor en esta contienda)

Ken Follet teje, a lo largo de más de mil páginas, la trama de unos personajes cuyas vidas se entrelazan con el telón de la Gran Guerra como escenario de fondo. La historia de familias inglesas, alemanas, rusas y estadounidenses se entretejen, y a través de estas interrelaciones Ken Follet va desgranando un periodo de la historia que cambió el rumbo del mundo, las relaciones internacionales y el equilibrio de las superpotencias. 



Muchos personajes pueblan las páginas de La caída de los gigantes, la primera obra de la trilogía que recorre la historia del siglo XX. Personajes de diversas clases sociales - desde aristócratas ingleses a príncipes rusos pasando por demócratas americanos, proletarios ingleses o políticos alemanes - se mezclan sin grandes golpes de efecto en esta novela. Son personajes sencillos, sin un profundo perfil psicológico, de acciones predecibles. Estereotipos que no sorprenden. Instrumentos puestos a disposición del autor como marionetas sin vida que sirven de excusa para recorrer la historia del mundo durante los primeros años del siglo XX. Les falta alma. 

A mi parecer, lo mejor de la novela es el trasfondo político y la recreación del campo de batalla. El repaso de un periodo de la historia que nos queda más lejana que la Segunda Guerra Mundial. Los nacionalismos latentes, la revolución rusa, la lucha por el sufragio universal. Si para algo me ha servido esta novela ha sido para meditar acerca de la codicia humana. Gobiernos que se embarca en una guerra por ambiciones no compartidas por la población. Decisiones tomadas por comportamientos absolutistas que llevan a la muerte a millones de personas. 



La novela está francamente bien documentada. El protocolo de los aristócratas ingleses, la convulsa sociedad rusa, el frente de batalla. Imagino a una legión de documentalistas respaldando a Ken Follet, mientras él escribe frenético entretejiendo las relaciones de las decenas de personajes de la novela. 

Pero La caída de los gigantes no deja de ser un best seller. Una máquina de hacer dinero. Una obra dirigida a un público ávido de historias, de novelas de esas en las que "pasan muchas cosas". Las escenas de sexo dejan claro que el autor escribe para satisfacer a sus lectores. Hay temas que venden y Follet no va a perder un filón de oro. Es un mercenario de la literatura. Pero por mucho sexo que haya en sus novelas, es innegable que le falta pasión. Sus personajes son planos, no emocionan. Parejas separadas durante años por la guerra que no logran estremecer al lector. Historias que me han dejado fría. Leía por refrescar o ampliar mis conocimientos sobre la contienda, no porque la trama de los personajes me despertase el más mínimo interés. 

Recuerdo una escena de "El pez en el agua", la autobiografía de Vargas Llosa, donde este narraba con sencillez la despedida de su tío Lucho, quien había ejercido durante años como padre, con un abrazo. Aquella escena tan sencilla me sobrecogió y me arrancó las lágrimas. En contrapunto, ni una sola escena de La caída de los gigantes ha logrado emocionarme. Supongo que es lo que diferencia a la gran literatura de las obras por encargo; a un premio novel de una máquina de producir best sellers. 

Ken Follet es un buen narrador. No quedan en apariencia hilos sueltos en su novela. Las historias están bien tejidas, los ambientes, meticulosamente recreados, seguramente muy fieles a la realidad, pero le falta corazón. 

No sé si le daré una oportunidad a El invierno del mundo, pese a que seguramente se lea tan deprisa como la primera obra de la trilogía. Por de pronto, me daré un respiro. 

lunes, 29 de abril de 2013

Jardín de cemento

Jardín de cemento
Autor: Ian McEwan
Título original: The cement garden
Año: 1978

¿Qué sería de nosotros si en plena adolescencia hubiésemos quedado huérfanos de padre y madre? ¿Habríamos tenido la madurez suficiente como para no abandonarnos a la desidia y la pereza? Los hermanos de Jardín de cemento se dejan llevar por la situación y paralelamente a la putrefacción del cuerpo de su madre, enterrado bajo kilos de cemento, también sus vidas parecen descomponerse. 



La sordidez de la casa del suburbio londinense donde viven los cuatro hermanos involuciona al igual que lo hacen sus protagonistas. La suciedad y la mugre van abriéndose paso y ellos no oponen resistencia, sumiéndose en una rutina perezosa y apática. 

En ausencia de la figura materna, los hermanos se han olvidado de sus valores. Ninguno de los mayores parece reparar en la figura del hermano pequeño que empieza a tontear con el travestismo y llora cada día para atraer la atención de unos hermanos que no reparan en sus necesidades afectivas. Jack, el protagonista y narrador en primera persona, juguetea con una relación incestuosa con su hermana mayor, mientras olvida cualquier hábito de higiene. Su falta de empatía y frialdad hacen sospechar que padezca algún trastorno psicológico. Es, sin duda, el personaje más inquietante. 



McEwan recrea con crudeza la decadencia de esa familia a través de un hogar y un barrio sórdidos y marginales, pero también mediante unos personajes donde la ausencia de la figura paterna o materna altera su escala de principios y valores. Sin ser el argumento nada excepcional, McEwan logra inquietar al lector, estremecerlo, recreando una atmósfera de miseria tanto material como moral. 


miércoles, 10 de abril de 2013

Diario de un ama de casa desquiciada

Diario de un ama de casa desquiciada
Título original: The Queen of Subtleties
Autor: Sue Kaufman
Año: 1967

Manhattan. Años sesenta. Una familia aparentemente perfecta.

Tina Balser es la desquiciada ama de casa protagonista indiscutible de esta novela. Su matrimonio con el exitoso abogado Jonathan Balser, el estilo de vida acomodado, una ajetreada vida social y dos preciosas hijas no son elementos suficientes para alcanzar la felicidad. En mitad de esta vida aparentemente perfecta, Tina sufre una crisis nerviosa y es ahí cuando comienza a escribir su diario.




Al igual que ocurre con "El guardián entre el centeno", "Diario de un ama de casas desquiciada" es una novela que, pese a los años, mantiene casi intacta su vigencia. Temas como la codicia, las pretensiones sociales, las inseguridades, las crisis matrimoniales o la educación de los hijos siguen estando presentes en nuestras vidas. De hecho, y por desgracia, conozco a varios Jonathan Balser a día de hoy: personas snob preocupadas por las apariencias, gente que pierde la cabeza, el juicio y la dignidad por adentrarse en determinados círculos sociales o relacionarse con ciertas personas, gente sin escrúpulos capaz de vender su alma por acudir a una fiesta.  


Pero si hay la novela trata algún tema que hoy día esté de total actualidad, este es la infelicidad del bienestar. Que el dinero no da la felicidad por sí mismo no es ninguna novedad. Y que hay personas para quienes nunca se tiene suficiente, tampoco. Precisamente porque nunca llega a saciarse, el hombre se convierte en un especulador sin escrúpulos. En "Diario de un ama de casa desquiciada" constatamos que la especulación, de la que hemos sido víctimas en los últimos tiempos, no es una novedad del siglo veintiuno, sino que es tan antigua como la codicia humana

La figura de Tina quizás quede algo más desactualizada que la de su marido por la total y absoluta dependencia económica que tiene de él, algo más difícil de encontrar a día de hoy. Pero aún así es imposible no empatizar con ella, entender sus crisis nerviosas, compartir su desesperación, contagiarnos de su histeria, sufrir su abnegación. Tina es es el elemento perfecto del que se vale Kaufman para reivindicar la conciencia femenina. Una mujer bella, inteligente y divertida que queda anulada por las exigencias de un marido insensible y exigente. 


"Diario de un ama de casa desquiciada" es además una realista fotografía del matrimonio. Una institución que sólo conocen de verdad quienes la viven desde dentro. Las crisis, los enfados o egoísmos están revestidos del cariño que se ha creado con los años. Por eso no llegamos a odiar a Jonathan, pese a que en más de una ocasión resulta absolutamente irritante, pues el cariño hacia Tina está ahí, latente, enterrado bajo capas de esnobismos, prejuicios y falsas apariencias. La suya es una relación de tira y aflojas, de una de cal y otra de arena, de amor y odio, tan real como la vida misma. 



Sue Kaufman escribió esta novela con sentido del humor y grandes dosis de ironía, pese a un trasfondo serio y una intenso análisis psicológico de sus protagonistas. Recreó a todos los personajes con detalle, dotándolos de personalidad propia, desde Tina, inteligente, refinada y neurótica, hasta la descarada lavandera capaz de acabar con la paciencia de cualquiera. Consigue contagiar al lector el estado de ánimo de la protagonista gracias a las sutilezas y al ingenio a los que hace referencia el título original. Es una novela de fácil lectura y divertida, pero cuidado: su estilo no debería empañar  los profundas temas que aborda.  

lunes, 1 de abril de 2013

La vida imaginaria

La vida imaginaria
Autor: Mara Torres
Finalista Premio Planeta 2012

La vida imaginaria tiene un público objetivo y yo entro en su "target". Mujer y treintañera. Pero que la finalista del Premio Planeta sea una "novela de chicas", cuanto menos, sorprende. 

Nata, diminutivo de Fortunata, se enfrenta al reto de rehacer su vida después de que Beto, Alberto, su pareja durante los últimos tres años, haya decidido tomarse un tiempo de reflexión. 



Los nombres de los personajes son la primera pistas de por dónde irá la novela: Nata, Beto, Don, Carlota, Alvar o Blas. Nombres poco serios para una historia relajada que se lee de un tirón. (A mí de hecho me duró una noche) Narrada en primera persona y dividida en breves capítulos, La vida imaginaria  puede presumir de un estilo fresco y desenfadado, como no podía ser de otra forma para una historia que se queda en la superficie de los asuntos que trata. El amor, las relaciones de pareja, los desengaños y la amistad son los temas principales de la novela, y Mara Torres los aborda sin gravedad. 


Además de estos, hay temas secundarios que orbitan en torno a las relaciones de pareja de Nata: la crisis económica, los ERE o el consumo de drogas. Temas que se introducen con calzador, quizás con la pretensión de que la novela sea un reflejo fiel de ese grupo de veinte y treintañeros que sufre una crisis de identidad y de valores. Quizás también con el objetivo de convencernos de que, pese a lo que pueda parecer leyendo el diario de Nata, el amor no es la única preocupación de una juventud que sale de fiesta de lunes a sábado, bebe sin mesura y habla sin pudor de sus relaciones de pareja. 


Frente a esas pinceladas de realidad como son la crisis o el problema del paro, quizás lo mejor de la novela sean los episodios oníricos que aportan optimismo a la historia. Protagonistas que vuelan subidas en su colchón o que tiñen de rosa las calles, pinceladas que dotan de cierta originalidad a una obra que me atrevería a catalogar dentro del género de las chick lit: novelas románticas escritas y dirigidas para mujeres jóvenes, trabajadoras y preferiblemente solteras.

La vida imaginaria entretiene a esas mujeres que rondamos la treintena y que, en ciertos aspectos, nos vereomos identificadas con una protagonista divertida con al que es fácil empatizar. Un libro para llevar en la bolsa de la playa o leer en el autobús. Pero concederle el título de finalista del Premio Planeta es, para mi gusto, un exceso. 

lunes, 18 de marzo de 2013

El crimen del soldado

Título: El crimen del soldado
Autor: Erri de Luca

Una breve reseña para una breve novela.

Un nazi que, tras la guerra, emigra a Argentina y cambia su identidad. Una hija que descubre, ya de adulta, el pasado y la verdadera identidad de su padre. Un nazi que piensa que el único crimen del soldado es la derrota. Una hija que cree injustificables ciertos crímenes. Un padre que vive temeroso de ser descubierto por judíos supervivientes. Una hija que vive bajo el peso del pasado de su padre.



En definitiva, una historia que daría para una gran novela y que, desde mi punto de vista, se queda en un borrador de lo que podría haber sido y no fue, en la anécdota de una idea que daba para muchas e intensas páginas.

Lo leí en dos sentadas, lo olvide en un abrir y cerrar de ojos.

viernes, 22 de febrero de 2013

Caligrafía de los sueños

Caligrafía de los sueños
Autor: Juan Marsé
Año de publicación: 2011

Tengo una amiga. Pongamos que se llama Isla. Es un nombre especial porque ella es una chica especial: inalcanzable, enigmática y salvaje, como una isla. Mi amiga tenía un pretendiente. Pongamos que se llamaba Roca, pues él era constante, perseverante y firme en su propósito de conquistarla como una roca que se alza inhiesta frente a las olas del mar. Roca era inteligente y culto, apuesto y guapo. Inspiraba confianza y seguridad, virtudes de las que se valía para ganarse a la que ansiaba, fuese su futura suegra. Había estudiado un máster en una universidad americana y trabajaba como banquero, o consultor, o broker, uno de esos trabajos que dan dinero y exigen una gran dedicación. El cortejo fue constante y se prolongó durante años. No faltaron flores, cajas de bombones, cenas en los mejores restaurantes de Madrid, incluso alguna escapada a la ciudad del amor. "Es perfecto sobre el papel", decía Isla, pero se resistía a abrirle su corazón. Hasta que al final cedió y abrió la puerta. 

Lo suyo fue corto como una noche de verano. Un espejismo, un oasis en medio del desierto: lujo, viajes, joyas, hasta que un día, de pronto y sin previo aviso, la realidad se impuso e Isla lo abandonó. "Era demasiado guapo - justificaba ella tras la ruptura - y tan elegante que temía arrugarle la camisa al abrazarle. Destacaba en su trabajo, pero habría preferido que ganase un poco menos y tuviese más tiempo para mí. Era muy culto, tanto que a veces no parecíamos hablar el mismo idioma". 


La historia de Isla y Roca es la historia de "Caligrafía de los sueños": una novela perfecta sobre el papel que en la realidad no funciona. Tan perfecta, que Babelia la seleccionó como una de las mejores novelas de 2011. Juan Marsé es un gran escritor, de eso no cabe duda, y en esta obra lo demuestra. Su  estilo es elegante, detallista y poético, es cierto. Pero yo echo de menos ritmo, pasión y enganche. 

"Caligrafía de los sueños" nos cuenta una etapa de la vida de Ringo, un adolescente de la Barcelona de la posguerra que aspira a ser pianista. A través de Ringo el autor nos presenta a una serie de personajes entrañables que se cruzan en su día a día en el barrio de Gracia, y nos cuenta historias que se entrecruzan, como la de su padre, un rojo crítico con el régimen y el clero, o la señora Mir, una mujer desesperada por una historia de amor con un trágico final, o su hija Violeta, una joven poco agraciada con la que Ringo y sus amigos fantasean. 



Pero las historias, escritas en presente y con un narrador omnisciente, no terminan de enganchar. A punto estuve de tirar la toalla y cerrar el libro antes de alcanzar el punto y final, pero ya son tres las novelas abandonadas en los últimos tiempos y me obligué a darle una oportunidad, como Isla hizo  en su día con Roca. 

He de reconocer que hacia más de la mitad de la novela, la historia cobra algo de ritmo y, sobre todo, consigue resultar algo más entretenida. En toda buena historia hace falta un hilo argumental y una trama por resolver. Ingredientes que aviven la curiosidad del lector. Aquí parecen llegar demasiado tarde. Con Roca, personificación de la perfección, no hay sorpresas, porque cada día es como el anterior. Todo está intencionadamente planificado. En "Caligrafía de los sueños" ocurre algo similar: está meticulosamente bien escrita, pero le cuesta coger velocidad, involucrar al lector. Sólo en las últimas páginas da un giro inesperado y consigue tener un final relativamente sorprendente.



"Caligrafía de los sueños" tiene, según Marsé, mucho de autobiográfico. Recrea con gran habilidad  la Barcelona de la posguerra, la decadencia y la soledad de sus personajes y de su entorno de escasez y racionamiento. Es una novela más visual que argumental, un ejercicio de memoria que el autor parece regalarse a sí mismo, más que una historia escrita para entretener a los lectores. Una evidencia del buen escritor, más que un ejercicio arriesgado del novelista que comienza.

Veremos cuál es la siguiente apuesta de Marsé.

De Isla puedo contarles que sigue en busca de un compañero que lleve polvo en los zapatos y no llegue a final de mes. Un perfecto imperfecto. 

martes, 29 de enero de 2013

El guardián entre el centeno

El guardián entre el centeno
Título original: The catcher in the rye
Autor: JD Salinger
EEUU, 1951

Sigo buscando un libro-tatuaje y sigo sin encontrarlo.

Hace años leí "El guardián entre el centeno" y hace un par de semanas una amiga me preguntó si lo había leído. "Lo he leído, respondí, y no sabría decirte una palabra sobre él". Sé que lo he leído porque desde que recuerdo, apunto en una libreta el título y autor de cada uno de los libros que termino, también la fecha en que lo hago, y sé que cuando repaso mi libreta me topo con ese título y no consigo recordar si me gustó.
 
 
 
Sé que cuando lo leí tenía menos de veinte y más de quince años. Era la edad perfecta para "El guardián" (ahora que nos conocemos, me permito la familiaridad de quitarle el apellido) Y sin embargo aquí estoy, al menos dos lustros después, intentando comprender por qué en aquel momento "El guardián" no produjo en mí el efecto esperado y hoy, después de releerlo, me cuesta aún encontrar la razón. ¿Será la novela? ¿O seré, quizás deba asumirlo, yo? Ya lo anuncié en el post anterior: me temo que sufro una pérdida de sensibilidad progresiva.
 
Es curioso que ni entonces ni ahora me identifique con Holden Caulfield porque, que tire la primera piedra quien no haya tenido una adolescencia rebelde. A todos, como a Holden, la sociedad en que vivimos nos ha provocado nauseas, y si no, abran el periódico y lean, lean sobre corrupción, que las arcadas no tardarán en llegar.
 
¿Qué adolescente no ha sufrido la soledad que padece Holden en Nueva York, la ciudad del mundo donde esta parece una quimera? ¿Quién no ha sentido asco ante el cinismo de la gente? ¿Quién no ha cultivado la intolerancia en algún momento de su vida? La adolescencia, esa época de hormonas revolucionadas y ancé incontrolable nos hermana, como la muerte, a todo ser humano. Y sin embargo... sin embargo sigo sin sentirme una "guardiana"
 
 
 "El guardián", más de medio siglo después de su publicación, mantiene la vigencia en su planteamiento y en los temas que aborda: adolescencia, sexo, drogas, familia. No cuesta imaginar el efecto que provocaría su publicación allá por mitad del siglo XX: madres de familia escandalizadas, profesores ofendidos, monjas ojo pláticas. Bibliotecas prohibiendo la entrada a la obra de Salinger mientras a pocas manzanas los estudiantes traficaban con ejemplares manoseados de la novela. "El guardián" debió de provocar alharacas y tensiones en las familias más tradicionales, y la curiosidad de los adolescentes de la época. No en vano, treinta años después de su publicación ostentaba a la vez el título de libro más prohibido y el segundo más estudiado en los institutos estadounidenses. ¿Será esa doble moral americana la que tanto disgustaba a Holden?
 
Pero hoy estamos curados de espanto. Ya nada nos escandaliza. La televisión nos bombardea con Super Nannies y Hermanos Mayores. Al lado de los protagonistas de estos realities, Houlden es un angelito.
 
El sexo sigue despertando la curiosidad de los jóvenes, pero los achuchones de Caulfield con sus conquistas en el asiento trasero de un taxi les debe parecer un juego de jardín de infancia. Y para qué hablar de una expulsión del colegio. Se deben reír los estudiantes de hoy del pobre Holden, expulsado por haber suspendido todas las asignaturas menos Lengua. ¿Lengua? ¿Eso qué es? ¿Cómo conocimiento del medio? ¿O Educación para la ciudadanía?
  
 
El libro deja, además, un sabor amargo. El protagonista no evoluciona: su depresión, su melancolía, se mantienen lineales de principio a fin y a mí eso, qué quieren que es diga, me aburre (o me perturba, y cuando leo, lo que quiero es disfrutar). Como me aburre también el lenguaje de Holden, terminando cada frase con un "y todo eso", o comenzándola con un "jo". Vale que está narrado en primera persona, vale que el lenguaje de un adolescente da para lo que da, pero por Dios, ¿no podría emplear alguna otra muletilla? ¡Creo que no pido demasiado! 
 
"El guardián" es una historia lineal, con una progresión que más bien parece una regresión (el pobre muchacho se empoza en su propia miseria y lo único que nos mantienen en vilo hasta el final es el deseo de cerciorarnos de que logra escapar del bucle de desesperación en que se encuentra) Lo bueno es que se lee de un tirón; lo malo, que no deja poso... al menos, a mis treinta y pocos tacos.
 
Post Data 1: Si leen el libro y no comprenden el título, busquen en Wikipedia la explicación a esa traducción literal que no logra captar el sentido metafórico que Salinger quiso darle.
 Post Data 2: Me gustan las post datas.
 

domingo, 20 de enero de 2013

Libros tatuaje

Mi amiga quería regalar un libro. No acaba de salir de las cavernas y tampoco alcanza la treintena, pero es uno de esos especímenes en proceso de extinción que todavía contempla a los libros como posibles regalos de cumpleaños. Pero no queda ahí la cosa, porque mi amiga es, además, una de esas extrañas personas que no solo piden consejos, sino que después los siguen.
"¿Qué libros te han marcado?" Me preguntó. Mis labios comenzaron a moverse, pero mis cuerdas vocales no emitían sonido alguno: parecía encerrada en una película muda. Era problema de mi memoria, que no hallaba en los recuerdos más cercanos un título digno de mención, y se vio obligada a remar hacia atrás con insistencia. Repasé las entradas del blog. Nada, ninguno de los títulos del índice alcanzaban la categoría de “libros – tatuaje”. Debía retroceder más.
Después de un buen rato dándole vueltas, llegué a la conclusión de que la mayoría de los libros que habían supuesto en mi vida un antes y un después, que me habían impactado en lo personal o en lo literario, los había descubierto en mi adolescencia.
Un sexo llamado débil”, de José Luis Martín Vigil, fue el primer título del que le hablé. Aún recuerdo el nombre de las protagonistas: Paula, Coro y Baby, tres adolescentes en pleno desarrollo personal cuyas cartas al escritor dieron forma a la novela, según creo recordar. Lo leí varias veces en su día y no temería volver a hacerlo, porque estoy convencida de que volvería a cautivarme y no se cumplirían los temores que confesó Papini cuando dijo: "No he querido volver a leer nunca más los cinco o seis libros que me gustaban con delirio en mi primera juventud: tengo miedo de perderlos para siempre"
Recordé también, aunque no se lo dije a mi amiga - reconozco que me daba cierto pudor hablarle de mis libros de adolescente -  Iba para figura”, otra vez del ex jesuita Martín Vigil, y “El último set”, de Jordi Sierra i Frabra.Dos libros de deportistas juveniles que leí más de una vez y cuyos personajes alcanzaron vida propia, como debe ocurrir con las buenas novelas.
Mi amiga me miraba expectante. Mis ojos se perdían en el vacío y mi memoria continuaba trabajando. Si hubiese sido un ordenador, se habría dibujado en mi frente el famoso reloj de arena de los PCs, pero me temo que en ese momento mi cara sólo mostraba duda y una incipiente desesperación.  
La ciudad y los perros”, dije intentando salir del atolladero. "Varguitas es un acierto seguro", pensé. Pero comprobé que nombrar a un premio nobel puede asustar un poco. No le expliqué que era fácil de leer, que la trama engancha desde las primera páginas, aunque sí le hablé del desenlace: “Es impactante, de esos que te ponen la piel de gallina”. Oculté que aquella historia tan bien atada, que juega al perspectivismo con una agilidad pasmosa,  me había enganchado principalmente por ser la primera escrita por un veinteañero peruano para el que convertirse en novelista aún no era más que un sueño. 

Un par de minutos después, cuando mi amiga seguramente empezaba a dudar de la lectora ávida por la que siempre me había tenido, el título salió solo de mis labios como un torrente incontrolado, rebelde incluso: “La lluvia amarilla”, dije de sopetón. Me miró con escepticismo. Me pregunto retóricamente qué tipo de lluvia le viene a la gente a la mente cuando nombro esa novela. No era la primera vez que veía una reacción similar y no necesité que me explicase la causa de su desconcierto: “La lluvia amarilla, no la lluvia dorada”, aclaré. Las mejillas de mi amiga se ruborizaron y yo miré a otro lado para ahorrarle un momento de vergüenza. “Es el libro más triste y melancólico que he leído jamás”, le aclaré. “Su prosa se lee como poesía”. Y pasé a recitarle un par de párrafos que hace años aprendí de memoria y que explican el título del libro.
Como decía al principio del post, mi amiga es de las que siguen los consejos, y regaló la novela de Julio Llamazares. Sinceramente espero que el receptor del regalo haya sabido encontrar en cada línea la misma belleza que yo hallé en "La lluvia amarilla".
Desde ese día sigo buscando otro libro-tatuaje, pero no doy con ninguno. ¿Será estúpido empeñarme en terminar novelas como “Caligrafía de los sueños”, que no ha logrado en más de doscientas páginas despertar mi interés? ¿Debería cerrar esos libros que desaparecen como los polvos de talco con un soplo de aire, y continuar indagando en las estanterías de las librerías hasta dar con otra novela que me cautive? Entonces me pregunto si no será mi sensibilidad, o mejor dicho, la falta de ella, la que me impide reconocer una novela de esas que se clavan como tinta en la piel. O quizás sea simplemente la edad, que no perdona, porque con quince o veinte años aún me reconocía en los protagonistas de los libros que caían entre mis manos, pero hoy, pasados los treinta, ya no me caso con nadie.

Sea como fuere, no me rindo, seguiré buscando bajo las tapas de los libros alguna historia que se tatúe indeleble en mi memoria y me acompañe durante años como lo hace aún “Un sexo llamado débil”.

miércoles, 2 de enero de 2013

Misión Olvido

Título original: Misión Olvido
Autora: María Dueñas, Puertollano, Ciudad Real, 1964

Tras el impredecible, y casi me atrevería a decir que inexplicable, éxito de ventas de "El tiempo entre costuras", resulta inevitable querer comparar la ópera prima de la autora puertollanera con su segunda obra, "Misión Olvido". 



En ambas novelas María Dueñas utiliza como protagonista a una mujer herida que huye de su pasado. En "Misión Olvido" perfila a la que podríamos llamar su alter ego, Blanca Perea, una profesora universitaria que sobrepasa la cuarentena,  con hijos prácticamente independizados, de quien Dueñas se vale para trazar el hilo conductor de la novela. La profesora Perea pone tierra (y agua) de por medio para alejarse de un matrimonio recientemente fracasado. Sin signos de pereza aparente se lía la manta a la cabeza y toma la decisión de cruzar el charco, instalándose temporalmente en Santa Cecilia, California, donde es contratada por una fundación privada para el desarrollo de una beca consistente en desempolvar y ordenar el legado de un antiguo profesor universitario ya fallecido, Andrés Fontana. Si en un principio esta resulta una tarea poco interesante para la propia implicada, menos atractiva se ofrece, al menos a priori, para el lector. Durante este periplo en tierras californianas Blanca conocerá al tercer personaje en torno al cual gira la obra: Daniel Carter, un antiguo alumno de Fontana.

La novela está narrada en dos voces. Por una parte Perea rememora en primera persona y un pasado muy cercano su propia experiencia personal: su fracasado matrimonio, el viaje a California, los avances en el trabajo para el que ha sido becada. Por otra parte un narrador omnisciente se remonta a los años treinta y cincuenta y nos hace partícipes de la vida, aventuras y desventuras de Andrés Fontana y Daniel Carter. En este punto debo decir que durante toda la novela tuve la impresión de que Dueñas no echó cuentas: no hay coherencia entre la edad que debería tener Carter y el personaje activo (y atractivo) que la escritora pone en la vida de Perea allá por la segunda década del nuevo milenio. Para mí, se trata de un descuido de tales dimensiones que resta credibilidad y fuerza en más de una ocasión a la relación entre los personajes.


 
Pese a todo, frente a los nuevos best sellers que arrasan en las librerías (y creo que también en la red) como las famosas "Cincuenta sombras de Grey", que según tengo entendido está pésimamente escrito, a "Misión Olvido" hay que reconocerle un estilo cuidado y pulido que a veces, para mi gusto, le llega incluso a restar algo de frescura.

Además, la novela está mejor hilada que "El tiempo entre Costuras". Aquí el círculo está cerrado. El argumento de "Misión Olvido" no es ni la mitad de rocambolesco de lo que en ciertos momentos resultaba el de la novela sobre la modista madrileña y da la impresión de que la autora, esta vez,  ha empezado a escribir conociendo el final de la obra, lo que le permite ir desgranando a lo largo de las páginas ciertas pistas que deberían, aunque quizás no siempre lo consigan, alimentar la intriga del lector. Y es que a mí, personalmente "El tiempo entre Costuras" me dio la impresión de haberse escrito a trompicones y en general, pese a reconocerle un gran poder de entretenimiento y evasión, me resultó muy irregular. Sin embargo, "Misión Olvido" parece estar hilvanada desde un comienzo.

Dueñas se aleja esta vez del tono efectista y detectivesco que dotaron del éxito comercial a su primera obra y adquiere una perspectiva mucho más intimista y reflexiva. Creo que es una decisión consciente y de ahí la diferencia de edad de las protagonistas de una y otra novela: En Misión Olvido" Perea le da voz a una mujer madura y responsable, mientras que la famosa Sira de "El tiempo entre costuras" era una adorable y alocada joven dispuesta a ponerse el mundo por montera.

En cuanto al contenido histórico, ni qué decir tiene que en la primera novela de la autora este adquiere un peso potente, siendo impensable concebir la historia enmarcada en otro periodo temporal, algo que no ocurre con "Misión Olvido", donde la historia de los misioneros franciscanos en California llega a resultar tediosa y carente de interés.


"Misión Olvido" no alcanza el clímax en ningún momento y sin embargo es una novela agradable de tener entre las manos, que se lee fácilmente de un tirón, a pesar de lo aburrido de algunos pasajes como los dedicados al establecimiento de un centro comercial que amenaza con destruir un paraje cercano a la universidad californiana.

Que el éxito de "El tiempo entre costuras" no lo va a alcanzar "Misión Olvido" es un hecho que preveo con claridad. Pero catalogar a una u otra como mejor novela, a eso, hoy por hoy, no me atrevo.