miércoles, 29 de enero de 2014

Bella del Señor

Título: Bella del Señor
Autor: Albert Cohen

Detrás de un título tan potente y hermoso, cabe esperar una gran obra y en este caso no hay decepción detrás de la carátula.

A las puertas de la Segunda Guerra Mundial, Cohen nos regala una apasionada historia de amor entre Ariane, una aria de gran belleza, y Solal, apuesto judío director general de la Sociedad de Naciones.

Bella del Señor comienza siendo una parodia de las novelas de amor y de las relaciones románticas. Cohen pone en evidencia la estupidez en la que caen los amantes en su afán por mostrarse perfectos ante los ojos del amado. Pero poco a poco la risa deja paso a la reflexión y el lector cae en la cuenta de que muchas de esas situaciones que de puro cómicas acaban resultando patéticas, las ha vivido de una u otra forma.


Cohen hace un análisis exahustivo de las relaciones de pareja. ¿Qué es necesario para mantener el romanticismo? ¿Se bastan los amantes con ellos mismos o necesitan del mundo exterior para que su felicidad sea completa? ¿Son los celos o las discusiones un estíumlo de la pasión?

Hacia las últimas páginas, la novela adquiere un tono cada vez más dramático. Ver de lo que el amado es capaz de hacer para retener a su pareja provoca ternura, pero también sufrimiento. El final es, a mi parecer, perfecto. ¿Cómo es posible que una relación muera de sí misma?, cabe preguntarse. No ahondo en el tema por no desvelar el desenlace, pero merece la pena leer hasta la última página porque es en el final donde Bella del Señor alcanza el climax y donde la novela emociona intensamente. Es un final que da qué pensar, que provoca inquietud, que remueve las entrañas.

En cuanto al estilo, Cohen no deja de sorprender. En alguna página de Internet leí que le dictó la novela a su secretaria de viva voz. No sé si será cierto. Lo que sí es verdad es que Cohen emplea un estilo peculiar, cercano al lirismo. Sea como fuere, lo que Cohen consigue es conectar el estado de ánimo del lector con el de sus personajes: desesperación cuando el ansiado invitado tarda en presentarse, el aburrimiento de los perfectos amantes, soledad y abandono junto a los desterrados. Y se vale para ello de diversas técnicas revolucionarias para su época, como esos monólogos interiores sin una sola coma donde pararse a tomar aire. 

Para terminar, no puedo dejar de hacer referencia al discurso del que se vale Solal, hacia mitad de la novela, para llegar hasta su amada. En él expone su teoría sobre los factores necesarios para conquitar: nueve partes de gorila y una de huerfanito. Sencillamente, magistral.

Las más de seiscientas páginas pueden desalentar, pero que no les desanime el tamaño del volumen, porque "Bella del Señor" es una obra mastra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario